¿Se puede hablar de una
 discreta obra maestra? En efecto, no todo trabajo completo tiene que ser estentóreo, y esto es así sobre todo cuando el clímax de un género ha pasado. Luego de la turbulencia disco, tan influenciada por el funk, 
George Clinton pudo reinventar un panorama entero de asociaciones, conexiones, circuitos: son estos “juegos de computadoras” (
Computer Games, 1982). Es el momento en que sus grandes asociaciones musicales (
Funkadelic y Parliament) habían entrado no en ocaso (esa palabra en estos casos es hipótesis únicamente), sino en el común puesta en entredicho por la moda (los 70s habían sido suyos hasta cierto punto). Hay que notar que 
Computer Games es un disco un año mayor que 
1999 de 
Prince. Digo esto porque Prince lograría en 
1999 un ejercicio parecido (no igual) al de Clinton: largos planos de sonidos motivados por el disco, una festiva fe en la tecnología, la conquista del ahora y del absurdo. Lo digo también porque MJ iba a tomar, a partir de 
Thriller (1982, justo coetáneo de 
Computer Games!) un camino mucho más ñoño. Pero si bien Prince aparece en 
1999 apuntando más directamente a la discoteca, y al futuro, Clinton sigue siendo fiel a sí mismo, no todo lo que sucede sobre el piso debe ser plano. Exceptuando quizá el track 3, “Pot Sharing Tots”, el resto del disco es felicidad. Como toda obra maestra discreta, esta es también muy corta (recordar que 
1999 fue un doble LP), y sin rellenos. En el espacio de creación de sonoridad, equilibrio de instrumentación, intervención de voces, ironías y astucias, en general el plano sonoro creativo, Clinton parece un experimentado productor, y, más aún, preanuncia lo que serían las producciones de hip hop del estilo de 
Kanye West o 
Timbaland. En el lado más terrestre, parece integrar las lecciones de las bandas menores pero que se acercaban más al disco: The Gap Band o (la época funk de) 
Kool & the Gang.
Labels: funk, Funkadelic, George Clinton, Michael Jackson, Parliament, Prince